dimarts, 4 de juny del 2013

De la búsqueda de la belleza absoluta y la televisión de plasma



Entorno al 500 a.c. los seguidores del famoso matemático griego, Pitágoras, buscaban fórmulas matemáticas para describir las formas estéticamente perfectas. Encontraron que la proporción perfecta entre dos medidas a y b, se alcanza cuando la longitud “a+b” es a “a” como “a” es a “b”, o sea:      a+b /a = a/ b

Llamaron a esta proporción: la proporción áurea. Matemáticamente  la proporción  se resuelve fácilmente obteniendo el numero áureo, phi, donde phi = a/b = 1.618.   
 ¿Qué tiene de particular este número?   Mucho más de lo que parece.     


En primer lugar, phi, matemáticamente hablando, es un número irracional, un número con decimales infinitos y no periódicos y que no puede ser expresado por una fracción.  En segundo lugar  la proporción áurea se encuentra en figuras geométricas y en particular en el pentágono, donde las diagonales son a los lados del pentágono en proporciona áurea (no es de extrañar que esta figura geométrica fuera el símbolo de la escuela pitagórica). Pero las particularidades de la proporción áurea van más allá de sus características matemáticas. En una versión geométrica más simple la proporción áurea se puede representar como un rectángulo con lados a  y a+b

Ya los antiguos consideraron la proporción áurea estéticamente agradable.  Así  la encontramos en edificios como las Pirámides o el Partenón. 

La historia del número áureo se hace aún más enigmática entorno al 1200 d.c., cuando Lorenzo Fibonacci formuló un problema sobre la reproducción de los conejos. La solución del problema  daba vida a una serie de números conocida come la serie de Fibonacci que se encuentra inesperadamente en mucho sistemas naturales (véase la entrada “Sobre conejos y la col romanesco”).  La curiosidad es que la división de dos números consecutivos de la serie de Fibonacci converge en el numero áurico, phi.  Así, 21/13, 34/21 o 377/233, todos pares de números consecutivos de la serie de Fibonacci, dan respectivamente 1.615, 1.619 y 1.618.

 Encontramos,  proporciones áureas en muchos sistemas naturales, desde nuestro esqueleto, a las espirales de los caracoles,  y la hélice del ADN.
 
La convergencia inesperada entre el número áureo y la serie de Fibonacci ha intrigado desde siglos a filósofos, músicos, matemáticos, biólogos y otros artistas inspirando por ejemplo la obra de Leonardo Da Vinci o Salvador Dalí. 
 

Tanto ha influenciado nuestra idea de proporción perfecta, que la proporción áurea parece aplicarse al moderno canon de belleza y a muchos productos modernos como las dimensiones de las pantallas de ordenadores, TV o de Tablets. 
Hay muchas medidas que satisfacen la proporción áurea…pero, no nos olvidemos que quien busca encuentra.


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